Me presentaré: tengo 65 años, estoy jubilado por una minusvalía
a un tanto por ciento (%) que me permite conservar la cabeza (y la mente) en su
sitio original. Es decir, el cacumen se halla intacto.
Mi idea es
que, a partir de estas pequeñas REFLEXIONES cuya elaboración me ha sugerido mi
amigo y colega Josep Jover, último
premio Diario 16, admirado amigo y y autor, como él mismo dice, del último machetazo del TJUE (Tribunal de Justicia de
la Unión Europea) para defender los intereses del personal interno, que
abunda ad nauseam en la
Administración española Interinos, machetazo del TJUE al Supremo bogado provenientes de un militante
de izquierdas en una formación que siempre creí de izquierdas, me pasó aquello
que la leyenda dice que le ocurrió a Pablo de Tarso: se cayó del caballo.
El
abogado Josep
Jover, casi un desconocido, ha sido premiado por su compromiso
con la lucha contra la corrupción, su incansable defensa del colectivo de los
denunciantes de corrupción (whistleblowers) y su trabajo para en Europa para
que la UE aprobara la Directiva que
protege los derechos de las personas que denuncian cualquier tipo de corrupción
y, obviamente, se juegan su presente y su futuro.
Pues bien, aunque reconozco que aquel episodio del de Tarso
nunca lo he estudiado y me quedé con la anécdota. Porque mi camino fue más
sencillo: habiendo sido –desde el primer día, en 1974- un militante con la fea
costumbre de decir lo que pienso, -“qué error, qué inmenso error en
palabras de Ricardo de la Cierva)- lejos
de enseñarme la puerta para que me fuese con viento fresco, me dejaron caer (me
ignoraron) y me fui. Supongo que esperaban un portazo peliculero al salir, pero
hasta de eso se quedaron con las ganas.
Hoy sigo siendo militante,
pero de la Transparencia. Por
cierto, qué difícil es encontrar a alguien metido
en política profesional a quien,
aparte de llenársele la boca diciendo vaciedades y hasta pontificando sobre Transparencia,
no se le encuentren fantasmas en el armario.
Si ahora enumerase la cantidad de libritos que, sobre
Transparencia envié -y eso que los regalé- a personas que viven a golpe de
canutazo y de declaraciones habituales- lo hice a gente que me generaba respeto. No voy a mencionar ni
enumerar a l@s destinatari@s porque no me considero quién. El receptor lo sabe,
y me basta.
Estas pequeñas colaboraciones/reflexiones que hoy comienzan pretenden,
y ojalá consigan, que las personas que accedan a ellas empiecen a ser conscientes de las importantes
consecuencias (y compromisos) que lleva aparejada la maniobra española de SOLICITUD
que el Gobierno del entonces presidente del Gobierno Adolfo Suárez presentó en 1977, solicitando oficialmente la
adhesión a la CEE (hoy Unión Europea). Hubo que
esperar hasta ocho años después, cuando el 12 de junio de 1985, se firmó el Tratado de Adhesión en Madrid aunque la integración efectiva
de España en la Comunidad Económica Europea hubo
de esperar hasta el día 1 de enero de
1986.
Esta aspiración española se vio satisfecha,
pues, ocho años después -el 12 de junio
de 1985- con la firma del Tratado de Adhesión en Madrid y la integración
efectiva en la Comunidad Económica el 1 de enero de 1986.
Desde 1986, obviamente, han sucedido una
multitud de cosas: estamos hablando del transcurso de 35 años.
En la película de 1953 “Bienvenido, Mr. Marschall”, Pepe
Isbert (inolvidable su “como alcalde
vuestro que soy, os debo una explicación) quiere darla, pero el consabido
concejal listillo y metomentodo le da la vuelta, y lo que hubiese sido una noticia triste deviene en
una pequeña juerga: los americanos iban a
pasar de largo, y aquel pueblo ficticio se tendría que conformar con lo que ya
tenían: adiós, pues, fortuna. Pero
habría jarana.
Sin embargo…”no pasa ná”.
Los primeros tiempos de Europa en España (y/o
viceversa) fueron tiempos de recibir, no en balde necesitábamos modernizar
infraestructuras: y fluyó la pasta, fluyeron las ayudas.
Cuando, por comparación simple con otros países
que entraron más tarde, ya empezó a torcerse el morro de la gente porque, en
vez de cobrar, deberíamos pagar o subvencionar a éstos? ¿De qué?
Y de ahí fuimos, sin apenas solución de
continuidad, transitando hacia el pasotismo
normativo. A hacernos los remolones para incorporar leyes y decretos
europeos.
Tiempo tendremos de ahondar en el pastizal que
nos está costando esa suerte de rebeldía sin causa. De momento, que quede claro
cómo saltarse determinados compromisos hace más de treinta (30) años no resulta
barato aunque la mona se vista de seda.
19 de junio de 2021
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