viernes, 30 de julio de 2021

 




Más que un burdo rumor:

el “Efecto Bruselas”

 

COMPARATIVA

PARÁMETRO 1º

Superficie

Rusia Superficie: 17.075.400 km2

China Superficie: 9.562.910 Km2

            Unión europea Superficie: 4.000.000  km²

 

SUPERFICIE TOTAL= 30.638.310Khm2

EUROPA supone un +- 7 % de superficie total

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PARÁMETRO 2º

Población

Población China 2021: 1.411.780.000 habitantes

Población Rusia 2021:  146.238.185 habitantes (9% superficie seca del planeta)

Población Unión Europea 2021:  447.318.133 habitantes

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Me he apropiado de parte del título de una sarcástica canción del difunto Javier Krahe respetuosamente, con el cariño y la melancolía que quedan cuando alguien como él falleció de lo que él mismo hubiese definido como un soponcio. De repente.

Voy a escribir de tamaños –tema de la canción- y, en concreto, de que quien lo desee haga una simple comparativa (los datos están al principio) mirando un mapamundi para ver cuál es el tamaño de China, de Rusia, de los Estados Unidos de América y cuál el de la Unión Europea. Porque la Unión Europea es mucho más pequeña de tamaño en kms2.

Después de comparar siquiera superficialmente, imaginemos por un momento a Italia, a Francia, o a Alemania, compitiendo en tamaño, inventiva y, sobre todo, fuerza de trabajo con China, Rusia o EEUU: imposible competir.

Sin embargo, en esta época tan convulsa que estamos viviendo, cuando lo emocional ha adquirido una importancia más que enorme, desmesurada, parece que nos vamos dando cuenta de la importancia del tamaño en cualquier competición, incluso de tipo económico-comercial.

Hoy da igual que Europa haya demostrado al mundo, a lo largo de centurias, la importancia de la Educación: le dimos mucha importancia a la cultura y a que la gente adquiriese conocimientos unidos inexorablemente a la formación de criterios, de  tal modo que hemos parido cerebros que han sido capaces de mover el mundo e, incluso, de cambiar paradigmas que se tenían por inamovibles: los avances científicos y la extensión del conocimiento entre capas sociales que acaso nunca hubieran sabido el significado de la palabra progreso, se extendieron por Europa aunque haya que reconocer que a distintos ritmos  y con diferentes  estándares de calidad; sin embargo, el tamaño es, hoy en día,  importante para poder competir en un mercado absolutamente global (y cada día más globalizado) que funciona como el mar: el pez grande se come al chico. Aquello del small is beautiful (lo pequeño es hermoso) que corrió como la pólvora hace poco más de una década, ha pasado a un profundo agujero de nuestra historia cuando de las cosas de comer tratamos.

Pero como si de una paradoja se tratase, gozamos de la gran ventaja que nos proporciona lo que su autora, Mrs. Anu Bradfrod, profesora  finlandesa-estadounidense, experta en derecho comercial internacional de la Columbia Law School denomina “El Efecto Bruselas”: muy resumidamente, “el Efecto Bruselas afirma que la fuerza competitiva real y ventajosa de la Unión Europea radica en su capacidad de crear un marco regulador común. ¿Eso supondría, para cualquier persona no avezada, una gran ventaja? Sí, y de tal modo que, en su opinión, quien domina el mundo a través de la externalización involuntaria de regulaciones mediante los mecanismos globalizadores del mercado, es la Unión Europea.

Es evidente en innegable que la U.E., pese que tiene muchos peros, goza de un mercado interior pujante y muy importante. Si a esa intensidad mercantil le añadimos la exigencia, compartida, de unos estándares de calidad relativamente estrictos y la capacidad reguladora que ello conlleva, nos encontramos en una clara ventaja competitiva que, además, podría generar como efecto que las empresas que se dedican al comercio internacional caigan en la cuenta de que no les es ni económica, ni legal ni técnicamente práctico mantener unos estándares más bajos para comerciar fuera de la UE. Las compañías que no son de la UE y que exportan globalmente, verían que es beneficioso adoptar los estándares marcados en Bruselas para uniformizarlos si quieren ser realmente competir.

 

 

Los europeos como entidad, creamos la U.E., aunque si queremos recuperar el prestigio que tuvimos y mantuvimos en el mundo durante mucho tiempo y ser, a la vez, competitivos, también estamos obligados a practicar y hacer valer la decencia competitiva, y eso es muy importante cuando gozamos del Efecto Europa. Somos buenos cuando nos ponemos a una tarea. Muy buenos. Si también ponemos la decencia en el frontispicio de nuestras acciones comerciales, sólo nos quedaría pendiente, entonces, dejar de dar prioridad a lo nuestro, una expresión que apesta a nacionalismo rancio y que, personalmente, siempre me ha dado repelús, para trabajar codo con codo con otros seres humanos sea cual sea su origen o su etnia.

Me gusta imaginarlo: colaborando con quienes compartimos destino y planeta, siempre dentro de unos estándares de decencia y respeto que, obviando el tamaño, nos permita continuar en la pole position que ostentamos según afirma la profesora Anu Bradfrod, que nos aporta el Efecto Bruselas. En peor caso, sí estaríamos en la zona limpia de salida. Nuestras bazas, que siempre han sido la inteligencia y la imaginación individuales, con un sumando nuevo: la humildad de trabajar en compañía de diferentes por un mismo futuro mejor: eso es lo más importante que aporta el Efecto Bruselas.

Además, será apasionante. Estoy seguro.

 

Carlos Urrestarazu

jueves, 8 de julio de 2021

Acerca de "Sintoniza Europa"

Ésta que les presento es la web que se utiliza para nuestro proyecto: https://sintonizaeuropa.eu/

Por supuesto, detrás de este proyecto hay una manada donde el macho-alfa y alma del mismo es Josep Jover, el abogado y experto en Resolución de Conflictos, muy conocido en Europa y, sobre todo, en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), donde sus éxitos son muchos y conocidos.

A través de este enlace puede conocer quién es: https://www.youtube.com/watch?v=4jo92-y58Nc&t=105s

Espero que guste y atraiga, que es lo importante

 

Europa no es nuestra NÉMESIS

 

Ni un castigo. Ni una venganza. Entrar en Europa fue algo que se venía fraguando desde 1977, consensuado por el entonces presidente Adolfo Suárez.

Némesis, según la Real Academia Española, tiene el significado formal de castigo o venganza. Y, la verdad, tiene su punto casi humorístico este pequeño enlace de Wikipedia ante lo que denomina sus señas de identidad:

Se refiere a que en el Olimpo, Némesis era considerada una deidad primordial, por lo que no estaba sometida a los dictámenes de los dioses olímpicos. Iba por libre, se supone. Su trabajo era castigar, sobre todo la desmesura. Sus sanciones intentaban dejar claro a los mortales que, debido a su condición humana, no podían ser excesivamente afortunados ni debían trastocar con sus actos, ya fueran buenos o malos, el equilibrio universal.

También se la consideraba la diosa griega que medía la felicidad y la desdicha de los mortales, a quienes solía ocasionar crueles pérdidas cuando habían sido favorecidos en demasía por la fortuna (primera distorsión o error). Por lo leído, así la presentaban los primeros escritores griegos; más tarde fue considerada como las Furias, es decir, como una diosa que castigaba los crímenes (segunda distorsión o error). El supuesto poder irresistible de Némesis, según las anteriores distorsiones y errores, desaparece. Fijémonos en que la consideraban un instrumento de la cólera divina...

Si volvemos a los tiempos actuales, nos topamos con que La némesis es normalmente comprendida como aquello que se opone directamente a uno mismo. Así, la némesis de una persona puede ser descrita como su enemigo más importante e íntimo, aquél que te conoce y sabe cuáles son tus (nuestras, en realidad) debilidades y miserias. Porque saber de las personas europeas que, como tú yo, hemos decidido compartir un presente y un futuro, no sólo no es malo sino que es recomendable. Cada país, o Estado o nación, llámense a sí mismas como mejor les parezca, debería abrirse de verdad a que las instituciones comunes que nos hemos otorgado sean capaces de hacer un Análisis DAFO de hasta dónde podríamos llegar desde donde estamos. DAFO= debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades.

A algo así se llega mediante la Transparencia, porque ni todos los participantes tienen la misma fuerza económica ni disponen de bienes o servicios de la calidad que haga realmente competitiva a la Unión Europea dentro de la selva salvaje y agreste en que se ha convertido el mercado internacional.

Por ejemplo, y sin pretender ser como dicen fue Francisco de Asís, transmutar la indecencia en decencia, es aislacionismo en solidaridad y las buenas prácticas comerciales en el modus operandi europeo sin caer en buenismos ni hacer el primo puede ser un método. Conociéndolos todos, eso sí, y sabiendo contrarrestarlos.

Europa es, ahora mismo y no sólo para el estado español, no su Némesis sino el lugar al que hemos entregado buena parte de nuestra soberanía. Y ahora es trabajo nuestro, común, sacar provecho de lo ya hecho.

Carlos Urrestarazu

 

 

La política como profesión

 

Cuando desde los veintipocos años te introduces en una organización política se abren, fundamentalmente, dos opciones, dedicarse a ello o no hacerlo. Si vales (nunca olvidaré aquel micrófono traidor que grabó a la todavía Sultana del PSOE andaluz diciendo, acerca de Pedro Sánchez “éste no vale, pero nos vale”), se me cayeron definitivamente los palos del sombrajo, no sólo en cuanto a la valía o no valía del aludido, sino al cuajo con que alguien, constituido en Juez y Jurado dentro de su propia formación, demostraba tal falta de respeto hacia un compañero.

No es mi estilo hacer leña del árbol caído, por lo cual la mención a la ex sultana andaluza no va a pasar de ahí. Bueno, sí, sólo a través de una pequeña digresión: son muchas las personas que, al principio de la democracia han hecho carrera política sólo por estar en el sitio y el momento adecuados para ser elegidos: no mover el trasero de la sede del partido aparentaba una fidelidad que, a ojos del aparato, constituían un marchamo de silencio (ommertá diría mejor) ante cualquier desvío o desvarío de la jefatura. Conozco gente que hoy está muy arriba por el método del aplausómetro y que, además, iba acompañado de una estrecha vigilancia por parte de una suerte de amos del calabozo que también medían –se supone que con ojos entrenados ad hoc- la sinceridad de los aplausos.

No sería justo si no mencionase a gente que, ésta sí, hizo trabajos ingratos por poco dinero pero que, hoy en día, gozan de unas remuneraciones   -que pagamos a pachas tú y yo, ciudadano- que ni por asomo se acercan a la responsabilidad que ostentan (p.ej. vicepresidente de…), adjunto a…etcs ad infinitum.

La otra opción, decir que NO a hacer una carrera política, conllevaba el riesgo del olvido, de no contar con alguien que, aunque fiel a las siglas y las ideas, al decir lo que pensaba se cavaba su propia tumba. Y sus oportunidades de contribuir a cualquier mejora, enterradas haciéndole compañía.

Eso que cuento es una vieja historia, y los más viejos del lugar, aunque un tanto potrosillos y perjudicados (=mayores, en fin), hemos decidido prescindir de los partidos para acometer iniciativas ciudadanas que, aún no sabemos si artera o torpemente, están quedando fuera de la Agenda Ciudadana pero que, más temprano que tarde y sin reposo (como canta Pablo Milanés) formarán parte de ella queramos o no. Aquellos tiempos en que el Gran Wyoming hablaba de las futuras pesetas contando con un consenso ciudadano suficiente ya no tienen marcha atrás. Son demasiados los vínculos y los intereses que nos unen con la UNIÓN EUROPEA que plantearse abandonarla nos convertiría en una especie de Albania.

Cuando ahora descubro lo que he contado, veo que mi excompañera de filas Beatriz Talegón está trabajando en Diario 16 y, sin comerme nada de lo que he dicho, reconozco que el trato que recibió Bea a partir de aquella declaración suya en un acto de la IUSY merece el mismo respeto. Hizo algo muy difícil y tuvo el cuajo de hacerlo en público. Olé por ella y ojalá lleguemos a conocernos en este exilio autoinflingido que es un jardín de libertad.

Carlos Urrestarazu 

Presentación personal

 


Me presentaré: tengo 65 años, estoy jubilado por una minusvalía a un tanto por ciento (%) que me permite conservar la cabeza (y la mente) en su sitio original. Es decir, el cacumen se halla intacto.

Mi idea es que, a partir de estas pequeñas REFLEXIONES cuya elaboración me ha sugerido mi amigo y colega Josep Jover, último premio Diario 16, admirado amigo y y autor, como él mismo dice, del último machetazo del TJUE (Tribunal de Justicia de la Unión Europea) para defender los intereses del personal interno, que abunda ad nauseam en la Administración española  Interinos, machetazo del TJUE al Supremo bogado provenientes de un militante de izquierdas en una formación que siempre creí de izquierdas, me pasó aquello que la leyenda dice que le ocurrió a Pablo de Tarso: se cayó del caballo.

El abogado Josep Jover, casi un desconocido, ha sido premiado por su compromiso con la lucha contra la corrupción, su incansable defensa del colectivo de los denunciantes de corrupción (whistleblowers) y su trabajo para en Europa para que  la UE aprobara la Directiva que protege los derechos de las personas que denuncian cualquier tipo de corrupción y, obviamente, se juegan su presente y su futuro.

 

Pues bien, aunque reconozco que aquel episodio del de Tarso nunca lo he estudiado y me quedé con la anécdota. Porque mi camino fue más sencillo: habiendo sido –desde el primer día, en 1974- un militante con la fea costumbre de decir lo que pienso, -“qué error, qué inmenso error en palabras de Ricardo de la Cierva)-  lejos de enseñarme la puerta para que me fuese con viento fresco, me dejaron caer (me ignoraron) y me fui. Supongo que esperaban un portazo peliculero al salir, pero hasta de eso se quedaron con las ganas.

Hoy sigo siendo militante, pero de la Transparencia. Por cierto, qué difícil es encontrar a alguien metido en política profesional a quien, aparte de llenársele la boca diciendo vaciedades y hasta pontificando sobre Transparencia, no se le encuentren fantasmas en el armario.

Si ahora enumerase la cantidad de libritos que, sobre Transparencia envié -y eso que los regalé- a personas que viven a golpe de canutazo y de declaraciones habituales- lo hice a gente que  me generaba respeto. No voy a mencionar ni enumerar a l@s destinatari@s porque no me considero quién. El receptor lo sabe, y me basta.

Estas pequeñas colaboraciones/reflexiones que hoy comienzan pretenden, y ojalá consigan, que las personas que accedan a ellas empiecen a ser conscientes de las importantes consecuencias (y compromisos) que lleva aparejada la maniobra española de SOLICITUD que el Gobierno del entonces presidente del Gobierno Adolfo Suárez presentó en 1977, solicitando oficialmente la adhesión a la CEE (hoy Unión Europea). Hubo que esperar hasta ocho años después, cuando el 12 de junio de 1985, se firmó el Tratado de Adhesión en Madrid aunque la integración efectiva de España en la Comunidad Económica Europea hubo de esperar hasta el día 1 de enero de 1986.

 

Esta aspiración española se vio satisfecha, pues, ocho años después -el 12 de junio de 1985- con la firma del Tratado de Adhesión en Madrid y la integración efectiva en la Comunidad Económica el 1 de enero de 1986.

 

Desde 1986, obviamente, han sucedido una multitud de cosas: estamos hablando del transcurso de 35 años.

En la película de 1953 “Bienvenido, Mr. Marschall”,  Pepe Isbert (inolvidable su “como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación) quiere darla, pero el consabido concejal listillo y metomentodo le da la vuelta, y lo que   hubiese sido una noticia triste deviene en una pequeña juerga: los americanos iban a pasar de largo, y aquel pueblo ficticio se tendría que conformar con lo que ya tenían: adiós, pues, fortuna. Pero habría jarana.

Sin embargo…”no pasa ná”.

Los primeros tiempos de Europa en España (y/o viceversa) fueron tiempos de recibir, no en balde necesitábamos modernizar infraestructuras: y fluyó la pasta, fluyeron las ayudas.

Cuando, por comparación simple con otros países que entraron más tarde, ya empezó a torcerse el morro de la gente porque, en vez de cobrar, deberíamos pagar o subvencionar a éstos? ¿De qué?

Y de ahí fuimos, sin apenas solución de continuidad, transitando hacia el pasotismo normativo. A hacernos los remolones para incorporar leyes y decretos europeos.

Tiempo tendremos de ahondar en el pastizal que nos está costando esa suerte de rebeldía sin causa. De momento, que quede claro cómo saltarse determinados compromisos hace más de treinta (30) años no resulta barato aunque la mona se vista de seda.

 

19 de junio de 2021